Maite fue administrativa durante veinticinco años, pero un bache personal le hizo buscar un cambio, quería una actividad que le ayudase a equilibrar mente y cuerpo.
Actualmente, es profesora Federada en yoga, en Keisho Alcázar de San Juan (Ciudad Real). Somos varios profesionales quienes trabajamos en este centro: masajes, yoga, pilates, meditación…
Maite es una persona sensible y apasionada a la hora de comunicarse, lo cual, ella misma en formato entrevista, ya que es uno de mis géneros favoritos en comunicación, nos cuenta cómo ha sido su cambio, su proceso y cómo conoció Keisho.
Pero, vamos a empezar por el final, por la actualidad y la novedad.
Pregunta: Amor a primera vista hacia el yoga. Me gustaría que cuentes a los lectores, cómo llega Keisho a tu vida, aunque conocías el yoga desde hacía años.
Respuesta: En pandemia yo me quedé sin trabajo y enfermaron familiares que estuve cuidando. Llevaba practicando yoga siete años. En casa lo llevé a cabo diariamente cuando cerró todo. Volvieron a abrir y yo sentía la necesidad de tener contacto con gente y compartir. El centro de yoga al que yo iba, cerró definitivamente y me puse a buscar.
Iba una mañana en el coche conduciendo y escuchando la radio, saltó un anuncio de yoga en Keisho y el número de teléfono. Contacté y me contestó Flor. Me ofreció ir a probar una clase y allí que me presenté. Este yoga era diferente al que yo conocía. Yo lo practicaba más enfocado al deporte, no se paraba a escuchar al cuerpo y en Keisho, estaba, y está, más enfocado en ser una meditación activa: “respiro, coloco, alineo y escucho mi cuerpo”. Me chocó la verdad, pero me dije: “voy a probar un mes” y me enganchó muchísimo más. En ese momento y con ellos descubrí el poder del yoga para escucharme a mí misma.
P: ¿En qué momento llega querer ser profesora de yoga y formarte para ello?
R: En noviembre de 2022 empiezo a echar currículum de administrativa, pero me agobiaba la idea de encerrarme, otra vez, ocho horas en un despacho, pero tenía la necesidad de volver a hacer algo. Nada de eso terminaba de salir, aunque hice alguna entrevista.
En marzo de 2023 asistí al Retiro de inauguración de Keisho, en las Lagunas de Ruidera. Ya conocía a más compañeros y a Francesc Vila, el fundador. Cuando terminé el Retiro, me surgió una chispa, le di vueltas y le comenté a una de las compañeras: “no estoy haciendo nada, esto me gusta y os quiero ayudar a llevar la agenda, contestar el teléfono, lo que sea”. Así hacía algo y no estaba mano sobre mano, ya me sentía agobiada. Y ella me contestó: “pero, ¿qué estás diciendo?, si a ti el yoga se te da de p**a madre”. Palabras textuales, – me dice Maite entre risas– ya tú ponlo como quieras. Y yo pensé: “sí, para mí se me da bien, pero impartirlo…” Pasados unos días hablaron conmigo y me propusieron formarme en la Federación Española de Artes Marciales Tradicionales y me saqué la titulación.
A día de hoy, soy una de las profesoras de yoga en Keisho. La formación para nosotros es constante. Siempre estamos aprendiendo y mejorando.
P: De hecho, también se imparte pilates, ¿verdad?
R: Sí, mis compañeros. Yo ahora también me estoy formando en esta actividad, tanto sacando el título como aprendiendo de ellos, de su bagaje.
P: ¿Cómo son los grupos y clases de yoga en el centro Keisho Alcázar de San Juan?
R: Tenemos yoga para bebés, para niños, para adultos y para mayores de 50 años. Ahora vamos a crear una clase de nivel alto, para personas que ya saben y conocen.
Trabajamos mucho en realizar las posturas bien y acompañarlas con la respiración. Que haya calidad en el movimiento para que no se hagan daño ni se lesionen, llegue a donde llegue cada uno, conociendo su límite y trabajando clases tras clase para ir mejorando la movilidad del cuerpo.
Un día, decidí meter en clase, baños de sonido con Cuencos Tibetanos y veía que a los alumnos les encantaba. Ahora son ellos quienes me lo piden y el día del mes que hay luna llena, hacemos primero el saludo a la luna y finalizamos con la relajación acompañada de Cuencos Tibetanos.
P: ¿Qué aportan los Cuencos y cómo se trabaja con ellos?
R: Es una relajación absoluta. Lo veo en la gente y lo experimento en mí. Ahora tenemos veintiséis Cuencos, desde el más grande al más pequeñito. Se colocan alrededor de la gente, en el abdomen, en el pecho… Se hacen vibrar y generan un sonido suave y envolvente.
P: Ahora que ya llevas un tiempo, ¿cómo ha sido este cambio profesional para ti?
R: Una pasada poder trabajar en lo que me gusta y lo disfruto muchísimo. El Masaje Tailandés también me parece fascinante. Realicé la formación el año pasado. Se conoce como yoga pasivo. Es una serie de movimientos, presiones, estiramientos y torsiones que realiza el profesional en el cuerpo del paciente. Es relajante.
En una palabra: Estupendo.
P: ¿Qué es lo que más te llena? ¿Qué te aporta todo esto?
R: Cuando las personas se acercan y… –respira unos segundos, se emociona– por ejemplo, una señora, me dice: “¡Ay Maite, qué bien estoy!, ni psicólogo ni nada, es que contigo, lo que me ayudas”. Eso a nivel emocional.
Otra señora que me dice: “¿sabes que me duele menos la cadera?”.
¡Ah sí!, y se me acerca un día el marido de una de ellas, que vienen los dos a clases diferentes, y me dice: “con casi 60 años que tiene mi mujer, jamás en la vida la he visto tan enganchada a una actividad física como a esta, siempre las dejaba”.
Es muy gratificante.
P: ¿Podrías explicarnos la principal diferencia entre yoga y pilates?
R: El pilates está más enfocado a actividad deportiva y, el yoga trabaja más conexión cuerpo-mente.
P: Es increíble cómo has encontrado tu pasión en el yoga y…, ¡claro!, ¿por qué no te ibas a dedicar a ello profesionalmente?
R: Más que encontrar el yoga y, esto creo que no te lo tengo que decir pero, lo que hemos encontrado, todos, ha sido a Francesc –y sonreímos-, es quien nos va limpiando “capitas” para que vayamos reconociéndonos y viendo lo que realmente nos resuena, porque yo si no hubiera encontrado a Francesc…, -y niega con la cabeza sin decir más, sólo añade-; te dice sin decir, ya lo sabes.
Recordamos una anécdota y le digo: Francesc no dice que te quiere, lo hace. Y seguimos un rato hablando de él.
Lectores, cómo bien os he dicho antes, a Maite le encanta explicarse abiertamente, así lo ha hecho en la entrevista. Nos cuenta mucho más, por ejemplo, cómo y por qué llegó el yoga a su vida.
R: Antes llegó el Taichí, en realidad. Hace veinte años, -se ríe- aquí se va a notar mi edad, pasaba por un proceso de divorcio y yo sentía la necesidad de encontrar un deporte, o algo parecido, que me ayudase física y mentalmente. El yoga aún no estaba tan de moda en esa época.
P: El taichí es poco conocido, pero va muy enlazado con lo que estamos hablando, ¿qué te aportó a ti?
R: Me mostró un primer encuentro con la filosofía oriental. Para ellos va unida la conexión mente, cuerpo y espíritu. Sin saberlo me dio lo que buscaba, conectar con mi interior. Estuve tres años, porque llegó un momento que no encontré cómo compatibilizarlo con mi profesión de administrativa y de madre.
P: Y en todo esto, ¿dónde está el yoga?
R: Llegó más tarde. Estuve siete años sin hacer nada de esto, pero en mí, quedaba esa inquietud de probarlo.
El yoga comenzó a conocerse y a ponerse de moda. Hace diez años me apunté y me enganchó muchísimo. Es lo que quería.
P: Gracias Maite, un placer, como siempre, charlar contigo.
R: Gracias a ti, ya sabes que yo me enrollo como una persiana.
Gracias por acompañarnos, permitirnos acompañarte y leernos.
KEISHO BLOG